En ocasiones las rutas que rodean nuestros municipios nos permiten conocerlos más en profundidad y recorrer rincones a los que no llegamos con asiduidad.
La Ruta de los Torreones, en Tariego de Cerrato, es una de ellas. Sus 2,8 kilómetros de recorrido coforman uno de los grandes atractivos de este municipio palentino que se encuentra a tan solo 14 kilómetros de la capital palentina.
¿Dónde comenzar la Ruta de Los Torreones?
Podemos acceder a la localidad de la comarca de Cerrato a través de su puente del siglo XV sobre el río Pisuerga, con grandes sillares de piedra y 9 arcos. Cuentan que fue construido durante la Guerra de Independencia (1808-1814) para evitar la invasión de las tropas napoleónicas.
Continuando en dirección al cruce de carreteras en la Avenida del Puente, se llega hasta el Mirador del Río, con unas vistas realmente espectaculares, que permiten disfrutar de una bella arbolada de la vega y los meandros que forma el río Pisuerga a su paso.
De esta manera, llegamos hasta la zona de inicio y descanso de la ruta, más conocida como el “Corral de las Mulas”, donde se puede aparcar el coche, calzarnos las deportivas si no lo hemos hecho aún, preparar el avituallamiento, la cámara fotográfica (imprescindible) y colocarnos una gorra o sombrero si el día se presenta soleado o caluroso.
Tras la subida de la calle Las Mulas, se sitúa la parte trasera de la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, del siglo XVI. Reconstruida sobre las ruinas de la románica de Santa María, de una sola nave de bóveda de crucería estrella y de estilo gótico imperante. Destaca su campanario con la campana más antigua. Data nada más y nada menos que del año 1560.
Bodegas y casas-cueva
Continuando hasta la calle La Cruz, hay que subir por el páramo de La Butrera, donde ya se pueden contemplar dos tipos de construcciones típicas de la comarca del Cerrato: Las tradicionales bodegas que evocan la importancia del vino y su fabricación en otros tiempos (aunque en la actualidad se utilicen en su mayoría como merenderos y lugar de reuniones de familiares y amigos); y el barrio de casas-cuevas, excavadas en la ladera y orientadas al sur-suroeste, que estuvieron habitadas hasta mediados del siglo XX.
Telégrafo óptico del siglo XIX
En el primer mirador, lugar de toma de contacto con una visión general de La Senda, sorprende un paisaje natural peculiar. El estrecho sendero se encuentra interrumpido por la señal de continuar y a la vez invita a descubrir el telégrafo óptico, edificado en el siglo XIX, durante la II Guerra Carlista, para comunicar el País Vasco y Madrid mediante códigos de señales ópticas.
En general, el territorio del Cerrato contó con un ambiente marino, en cuyo fondo se depositaron hace millones de años, en un lento proceso, sedimentos del relleno de la depresión, arenas, arcillas continentales y marinas de color ocre, además de formaciones yesíferas interestratificadas con margas de desigual resistencia y espesor, de colores blanquecino y gris.
La migración de los meandros del curso del río Pisuerga conlleva la erosión y socavación del pie de la ladera, principal causa de los deslizamientos. La inestabilidad de las laderas es la rotura y desplazamiento de una masa de rocas o tierras hacia el exterior de la misma, con un componente descendente inducido por la acción de la gravedad.
El Páramo Castro
En la parte opuesta podemos disfrutar de un mirador que nos informa del regreso o la continuación a subir a lo alto del Páramo Castro, donde se sitúa uno de los Yacimientos arqueológicos de Tariego de Cerrato.
Y ya, sin darnos cuenta, vamos llegando al final de la ruta. Momento de reponer fuerzas comienzo o cenando en algún mesón o restaurante de la zona, referente gastronómico de la provincia. No nos podemos marchar sin degustar su excelente cocina, en la que están presentes los productos más tradicionales.
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