Cerca de las orillas del Río Duero se encuentra el municipio que alberga a la Iglesia de San Esteban Protomártir. Con poco más de 300 habitantes, el pasado 7 de marzo visitamos Torrecilla de la Abadesa.
El reloj apenas marcaba las 5 de la tarde, cuando tras una gran tromba de agua, llegábamos a Torrecilla de la Abadesa. Un tranquilo pueblo situado a 37 kilómetros de la capital, que puede presumir de estar incluido dentro del espacio natural protegido de las Riberas de Castronuño.
El tiempo estuvo de nuestro lado. Nada más poner los pies en el suelo, la lluvia dejó de caer sobre el municipio vallisoletano. Nuestra primera parada fue en la Ermita del Cristo del Humilladero, que contiene la imagen del mismo nombre. Tras un par de fotografías y charla acerca de esta pequeña pero preciosa Ermita, comenzamos a callejear por el pueblo.
Fue entonces cuando nos comenzamos a preguntar el por qué del nombre del municipio. La respuesta nos vino poco después, cuando nos paramos enfrente de la Casa de la Abadesa. Sus muros guardan una larga historia, como fue la visita de Napoleón. Lamentablemente, solo se puede ver el exterior.
Si hay algún edificio que sobresale entre todo el conjunto de Torrecilla, es la Iglesia de San Esteban Protomártir, barroca, al igual que su retablo del siglo XV. Muchos escalones y “miedos” después, llegamos a lo alto de su campanario. Magníficas vistas. No se puede describir de otra forma.
Una hora después, la visita al Ayuntamiento nos esperaba. En primer lugar, Mari Luz González, presidenta de la única asociación cultural llamada “Valdepino” nos comentó cómo funcionaba. Esta asociación formada en su totalidad por mujeres, se creó para dar cultura a Torrecilla a través de charlas, programas culturales, manualidades y bailes de salón. Todo ello es posible gracias a las cuotas pagadas por sus integrantes y una ayuda recibida de la Diputación.
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