Medina del Campo es una de las tres cabeceras de Partido Judicial de la provincia y, tras la capital, la población más importante de Valladolid. La localidad, que ha sido declarada Conjunto Histórico-Artístico, cuenta con un magnífico compendio de monumentos y bellos rincones.
Recorrer Medina del Campo es despertar en plena Edad de Hierro con los primeros vestigios de asentamientos humanos en estas tierras. Y esperar esos cinco minutos de pereza antes de levantarte para que siglos después, primero con la dominación romana y después con la árabe, el lugar adquiera entidad como poblamiento estable. De los romanos quedan restos arqueológicos en una loma llamada “las peñas” y de los árabes ha quedado el nombre de “Medina”. Todos han dejado huella en una villa, que desde que Fernando IV convocara por primera vez las Cortes de Medina, ha visto como prácticamente todos los reyes o gobernantes españoles han pasado alguna vez por sus calles.
Unas calles que en conjunto recibieron el reconocimiento internacional a la llegada de las Ferias y que se marchó con ellas. Pero aquel esplendor vivió varios sobresaltos, primero en 1492 cuando un incendio fortuito arrasó 260 edificios fruto del cual nació la “Ordenanza de fuegos”, de la Reina Católica. Otro incendio, provocado por las tropas de Carlos I veintiocho años después, redujo a cenizas más de 900 casas. Hecho heroico y doloroso de la historia de la Villa fue consecuencia de la resistencia que los vecinos opusieron al ejército de Carlos I durante la Guerra de las Comunidades, cuando se negaron a entregar la artillería con la que los imperiales pretendían arrasar la vecina ciudad de Segovia.
Con el paso de los años, el censo de población comenzaba a subir, pasó de los 2.760 habitantes en 1850, a los más de 20.000 de la actualidad amén de que durante los siglos XV y XVI, se levantaron la mayor parte de los edificios civiles, religiosos y militares de la Villa. Sin embargo, ganó en población y perdió en riqueza artística y monumental, al perder por el camino del tiempo algunas importantes construcciones (las murallas y sus puertas; algunos palacios; una docena iglesias, conventos y monasterios...)
La gran torre de Castilla
Su silueta se recorta sobre el cielo de Medina del Campo siendo uno de los castillos con mayores dimensiones de Castilla que se utilizó como fortaleza y que en su tiempo fue un centro estratégico militar. El castillo de la Mota, del siglo XV, pide paso con una entrada principal con un puente fijo –antaño levadizo-. Cruzado el puente, levantas la cabeza a la historia y observas un arco con dos torretas y escudo real de los Reyes Católicos.
El interior está compuesto por cuatro torres con un patio, en el que se distribuyen las estancias de la edificación. Fue archivo de la Corona en el reinado de Enrique IV aunque también se le dio un uso militar y como almacén de artillería, dadas sus enormes dimensiones. Por sus rincones pasaron personajes ilustres de los siglos XVI y XVII y Juana la Loca.
Palacio de las Dueñas y Palacio Real de los Reyes Católicos
Rodrigo de Dueñas mandó la construcción del palacio en el siglo XVI al arquitecto del rey Carlos I, Luis de Vega. La torre pone la gran nota a su fachada de ladrillo, sumada a una portada cuenta con dos columnas y un escudo heráldico. En el interior, un patio central de dos pisos con arcos carpaneles en el que hay medallones de los reyes de Castilla. Actualmente, es sede de un Instituto de Enseñanza Secundaria, Centro de Profesores y de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
El Palacio Real de los Reyes Católicos fue reconstruido prácticamente en su totalidad debido a que la importancia del palacio original radica en que allí dictó su testamento y falleció la reina Isabel I “la Católica” de Castilla. El edificio original, que ya existía en el siglo XIV, era de inspiración mudéjar. A pesar de la importancia histórica que supuso la residencia en él de los Reyes Católicos (Isabel I de Castilla y su marido Fernando II de Aragón), décadas después del fallecimiento de la Reina Católica ya era ruina.
Está acondicionado como espacio museístico sobre la vida de Isabel “la Católica”, con dos salas dedicadas al testamento y al codicilo de la reina castellana, cuyos originales se conservan, respectivamente, en el Archivo General de Simancas y en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Historia viva por recorrer
Cuando Medina del Campo era el primer centro de comercio de lanas, ningún mercader podía cerrar un negocio hasta que concluía la misa mayor oficiada desde el balcón de Nuestra Señora del Pópulo ubicado en la fachada de la iglesia. Actualmente es un museo de escultura, la Colegiata de San Antolín es de estilo gótico.
El ejemplo único de edificio destinado a mercado que conserva tanto su estructura como su función original son las Reales Carnicerías. Fue construido como mercado de carnes de la villa de Medina del Campo, cuando sus ferias eran de las más importantes de toda Europa. Construido en ladrillo y piedra, posee planta cuadrangular, dividida en tres naves —a modo de lonja— con arcos que descansan sobre columnas de piedra de orden toscano, y tres monumentales portadas que constituyen, lo más interesante del edificio.
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