Un pueblo configurado en dos barrios separados entre sí por el arroyo de la Garzona y coronados, cada uno de ellos, por su propia –y monumental- iglesia. Así es la localidad burgalesa de Los Balbases, situada a unos 10 kilómetros de Castrojeriz. En esta encantadora villa ubicada en la comarca del Arlanza se levantan dos templos declarados Bien de Interés Cultural y que están dedicados a San Esteban y San Millán. Además de sus dos casi catedralicias iglesias, Los Balbases conserva numerosas casas solariegas y sus puertas-arco de la antigua muralla.
Breve historia de la localidad
En la antigüedad fue Villa próspera e importante, residencia veraniega de Doña Berenguela y otros personajes de la corte como Ambrosio Spínola, primer Marqués de Los Balbases. Aunque con el tiempo ha ido perdiendo parte de su esplendor y grandeza, todavía conserva ese aire señorial y pacífico de las villas castellanas.
Qué ver en Los Balbases
La iglesia de San Millán
En la parte más elevada del barrio occidental de la villa se encuentra la iglesia de San Millán. Se trata de una soberbia construcción gótica levantada sobre los restos de una anterior tardorrománica del siglo XIII. Al exterior, además de la torre campanario con aires defensivos elevada a los pies de la nave, destaca su portada principal orientada al sur, mientras que la portada más antigua se halla a los pies de la iglesia. Los relieves de sus arquivoltas representan curiosas escenas bíblicas sobre todo de tipo apocalíptico.
En el interior destaca su retablo mayor con ocho tablas hispanoflamencas sobre la vida y milagros de San Millán de la Cogolla, obra del pintor Alonso de Sedano. Igualmente es digno de reseñar el artesonado gótico-mudéjar del coro, y en el que aparecen representadas escenas campestres y cinegéticas.
Iglesia de San Esteban
Coronando el otro de los barrios que conforman en núcleo de Los Balbases se levanta majestuosa la iglesia de San Esteban (siglo XIII), en la cual podemos apreciar el estilo románico de algunas de sus columnas, el protogótico de la portada y el gótico clásico y el florido de sus dos cruceros. Este templo contaba con otra puerta en el lado sur, más pequeña y actualmente cegada, también del siglo XIII. Se accede a la iglesia por una gran escalinata pétrea, de tres calles y dos pasamanos, obra de la familia Hernaltes y de Francisco Bocos. Igualmente sus capiteles desarrollan temas propios del tardorrománico castellano con algunas indudables influencias silenses.
De su interior llaman la atención sus proporciones totalmente catedralicias. También destaca su retablo mayor, obra de José Carcedo, e incorpora pintura hispano flamenca de los últimos años del siglo XV realizadas por el Maestro de los Balbases. Existe un segundo retablo presidido por dos imágenes de excelente factual. Son las del Cristo Crucificado, de estilo gótico, y la del Cristo yacente, de la escuela castellana. Junto a ellos, el Calvario, también gótico, con una imagen de la Dolorosa.
Pero es que, además, toda la iglesia es un pequeño museo.
En la sacristía se encuentra una dependencia catedralicia realizada también por José Carcedo. Entre los cálices y custodias de plata y oro que se exponen aquí, llama especialmente la atención una cruz gótica decorada con varias escenas. El museo contiene también una gran riqueza de telas y ropas litúrgicas que conforman una colección de 52 piezas.
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