Parece mentira. Se ha pasado mi tío Alfredo todo el verano en Castrillo Tejeriego (en pleno corazón de las Rutas de Delibes) y apenas si ha salido del pueblo. Por las mañanas a por el pan o al huerto con Afori, por las tardes la partida, el Tour de Francia en julio y los torneos veraniegos de fútbol en agosto. Siempre hay algún entretenimiento. Si no estaba en las eras que miran a la ermita, se le veía por el camino de las viñas. De las Rutas de Delibes no ha querido saber nada hasta el primer fin de semana de septiembre. Y solo tuvo que desplazarse un par de kilómetros, hasta La Sinova, que ya no es Castrillo pero linda con él.
El 6 de septiembre se fue con Isidora, a paso lento, por la mañana, camino de La Sinova. ¿Qué es La Sinova? Simplemente un caserío que pertenece al término de Villavaquerín. Buena finca con laderas empinadas, ideales para la caza, si la hay. Por allí pasaron Delibes, su padre, sus hermanos, sus hijos, su cuadrilla. En La Sinova cazó Delibes su primera perdiz y su primera aguanieves. Les quedaba cerca de Valladolid, a 35 kilómetros. Con estos antecedentes, La Sinova es parada de tres Rutas de Delibes: Diario de un cazador, Mi vida al aire libre y Con la escopeta al hombro. Mi tío Alfredo se ha leído al menos un texto de cada uno de estos libros en los que aparece la finca. Así escribe Delibes en Diario de un cazador:
Fuimos Melecio y yo en la furgoneta del pescado hasta lo de la Sinoba. La carretera está llena de agujeros y el trasto botaba con ganas. En Villalvilla andaban ya podando los bacillares. Melecio armó la escopeta por si las moscas, pero no vimos nada. Han talado el monte y hay que llevar las perdices ladera arriba si se las quiere tirar. De todos modos las pocas que hay se levantan muy recias. Frente al caserío la ladera se arruga y tiene unos tomillos donde pensé que aguantarían, pero nada.
En el texto de Mi vida al aire libre recuerda al Boby, uno de sus mejores perros:
Creo que el Boby, con todos sus defectos, fue el mejor perro que tuvo mi padre, el de más bella lámina y el más cazador, Yo le rememoro especialmente durante las temporadas de codorniz, en la vega de la Sinoba o en los páramos de Quintanilla. Tomaba los vientos de largo, husmeaba con tesón, el morro a ras de tierra, a veces más de cien metros, hasta que daba con el pájaro.
El texto de Con la escopeta al hombro es un recuerdo del escritor cazando perdices en La Sinova:
Así y todo muchas perdices se descuelgan como verdaderos reactores, ocasión que ha de aprovechar la escopeta faldera para ensayar el tiro adelantando mucho, después de tomarle los puntos al pájaro, y de esta manera, aunque problemático, algunas caen. (Precisamente uno de los recuerdos más sabrosos de mi vida de cazador es la primera perdiz que abatí a los once años, en la ladera de la Sinoba. Su velocidad era tan endiablada que una vez muerta en el aire –hecha un guiñapo- la inercia la arrastró más de cincuenta metros para ir a dar un pelotazo espléndido en los surcos de los bajos).
La verdad es que mi tío Alfredo se conoce bien La Sinova (antiguamente se escribía con “b”, ahora con “v”). Está muy cerca de su pueblo. El 6 de septiembre se acercaron a esta finca por aquello de las Rutas de Delibes. Salieron pronto, llegaron pronto. No eran dadas las 9. El sol en septiembre todavía calienta con ganas a mediodía y no era cuestión de volver sudando al pueblo. Mi tío me cuenta que en la información de las rutas cada pueblo tiene un ave y una planta relacionados con Delibes y con ese pueblo. El ave que corresponde a La Sinova es la perdiz. ¡Qué menos! Y la escoba como planta. La escoba, esa planta tan frecuente en toda Castilla y León, que nace en las cunetas, en los perdidos, en el páramo, es planta dura y aguerrida al terreno. En Castrillo Tejeriego (pueblo situado a 2 kilómetros de La Sinova) le han dado durante siglos el uso que merece por su nombre y ha barrido eras, corrales y portales de las casas hasta hoy. La escoba moderna, la que se compra en la tienda del pueblo, la de plástico, no ha logrado desbancarla del todo.
Mis tíos Alfredo e Isidora no vieron perdices por La Sinova. Las naves que están junto a la carretera sí, un par de casas y algunos caballos. También escobas en la cuneta. De vuelta Alfredo recordó que la palabra rural que aparece en la información de las rutas para La Sinova son las aguarradillas. ¡Cuántas veces no habrán nombrado esta palabra mis tíos! Sabían que no iban a ver aguarradillas en septiembre, porque son unas lluvias finas que caen y dejan de caer en el mes de abril. Isidora se acordó de dos expresiones que se nombran por estos pueblos: “Aguarradillas de abril, unas ir y otras venir” y “aguarradillas de abril, todas caben en un barril”.
Según se vuelve para Castrillo, pronto se dejan de ver las cuatro casas de La Sinova. La vista de sus laderas llega hasta el mismo pueblo. La Sinova y Castrillo comparten valle, el del Jaramiel. Les atraviesa el mismo arroyo, el Jaramiel, que lleva agua todo el año. Alfredo ya está preparando sus próximas salidas. Ahora mismo solo queda por presentar la 6ª ruta, la de Con la escopeta al hombro. Pueblos, por tanto, quedan muchos por descubrir. ¡Y todos con su D de piedra de 900 kilos que ya luce desde este verano!
*Aguarradilla
Lluvia fina que cae y deja de caer de modo irregular. Estas aguas casi no llegan al suelo. Se emplea esta palabra preferentemente en el mes de abril. Expresiones empleadas en Castilla: “Las aguarradillas de abril, unas ir y otras venir”. “Las aguarradillas de abril caben en un barril”.
(Diccionario del castellano rural en la narrativa de Miguel Delibes)
La aguarradilla en Miguel Delibes
(…) no vendría mal otra aguarradilla abrileña que volviera a recordar a los peces que andamos en primavera, y que su obligación secular a media tarde, en este tiempo, es despegarse del cascajo del fondo y emerger de vez en cuando a la superficie a paladear mosquitos.
San Isidro se ha mostrado piadoso este año y ha enviado en mayo las aguarradillas de abril,
Hoy cayeron cuatro gotas, las primeras aguarradillas.
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