A cuarenta kilómetros de distancia, por la carretera que lleva a Cigales, nos encontramos con el pueblo de Ampudia. Una pequeña villa de la provincia de Palencia rodeada de historia y con 622 ampudianos deseosos de contarla y otros tantos de trasladarla por distintos lugares, una labor que realizan con su página de Facebook Ampudianos por el mundo.
Cuando entramos en el municipio, por su izquierda, lo primero que nos encontramos es su castillo, una fortaleza señorial del siglo XV. Don García López de Ayala fue su primer dueño y el primer titular del Mayorazgo de Ampudia. Su sucesor, Don Pedro de Ayala y Rojas, Conde de Salvatierra, abrazó la causa comunera, con lo que dio lugar a la Batalla de Ampudia entre los partidarios del emperador Carlos I y las tropas acaudilladas por el obispo Antonio de Acuña; una de las pocas batallas que han sucedido en él. Entre los miembros de la monarquía que han pasado por este castillo destacan los hijos del monarca francés Francisco I, tras la Batalla de Pavía, aunque estuvieron como rehenes, y el rey español Felipe III.
En el año 1597 pasó a manos del señorío Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma y favorito del rey Felipe III. Como curiosidad sabemos que, gracias al Duque, Ampudia fue sede ocasional de la Corte Española. Además, el duque de Lerma otorgó el título de Colegiata a la iglesia del pueblo, entre otras de sus hazañas por la villa.
Hasta 1960 la fortaleza permaneció abandonada, una situación que no impidió que recibiera el título de Monumento Histórico-Artístico Nacional. Este año, el empresario Eugenio Fontanedalo adquirió. Y actualmente alberga varias de sus colecciones distribuidas en distintas salas, entre las que destacan la sala de muñecas, la farmacia, las habitaciones e incluso la capilla de arte sacro. Como no podía ser de otro modo, Eugenio Fontaneda realizó una edición especial con la fotografía de su castillo en las cajas de galletas. Pero no solo es famoso por esto, sino que el conocido grupo de música de los 60’, Los Pequeniques, lo colocó en la portada de uno de sus discos. Y más cercano, en el año 2013, la empresa Renault promocionó un modelo de vehículo en él.
A la derecha del castillo tenemos la plaza de toros, pero antes atravesamos el paseo y el campo de futbol del pueblo. Continuamos con nuestro recorrido por la villa hasta llegar a la famosa ‘plaza del sauce’, un nombre atribuido por los ciudadanos gracias al sauce que estuvo aquí plantado durante años, aunque su verdadero nombre es Plaza de Francisco Martín Gromaz. Casi en su centro vemos el templete, utilizado no hace tanto tiempo, como escenario para los grupos musicales en las fiestas patronales.
Más adelante, tenemos la Plaza vieja, denominada de esta manera por ser la plaza más antigua del pueblo. Su ubicación es de gran importancia, ya que es el vértice entre las dos calles principales del pueblo, la Corredera y la Ontiveros. Estas dos travesías son las únicas calles porticadas del municipio. Los postes que se conservan han sido restaurados en su mayoría junto con las fachadas de la casas, pero todavía se mantiene alguno de 1631.
Para terminar la ruta llegamos al atrio, rodeado por el Museo de Arte Sacro, el Ayuntamiento y la Colegiata de San Miguel Arcángel. Ante nuestros ojos se alza la torre de la iglesia, conocida en la provincia como la ‘Giralda de campos’ o la ‘estrella de campos’. El tempo fue construido entre los siglos XIII y XVII, por lo que se clasifica en un estilo arquitectónico gótico renacentista. En su interior destacan las imágenes realizadas por Diego de Basoco, Pedro Martín de la Colina, Alejo de Bahía, Pedro Ortiz el Viejo, Vasco de la Zarza y seguidores de Gregorio Fernández y Virgarny. La riqueza artística se vio ennoblecida en 1607, cuando se trasladó la Colegiata de Husillos a Ampudia; por orden del duque de Lerma.
Un pequeño apunte es que el Museo y el ayuntamiento estuvieron unidos y formaban un convento franciscano. La actual casa consistorial era la capilla, denomina Casa de la Cruz. Durante años ambos estuvieron abandonados y relegados a unas tareas muy diferentes, como servir de almacén. Ahora, el museo alberga, entre otras, la imagen románica de Nuestra Señora de Alconada, virgen en honor de la que se celebran las fiestas patronales en el mes de septiembre.
Como este pueblo no podía ser menos también mantuvo contacto con los duques de Alba. Una de sus últimas pertenencias aquí fue el hospital de Santa María de Clemencia, la actual oficina de turismo y el museo de la medicina. Pero como es de rigor, no podemos abandonar Ampudia sin haber degustado los menús que ofrecen sus restaurantes. Y si tenemos tiempo para relajarnos podemos pasar por el SPA de la Casa del Abad.
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