Cuando nosotros acudimos a un pueblo esperamos que nos sorprenda, que nos muestre su belleza. Esperamos sentir envidia de sus gentes, de su vida. Al visitar Palazuelo de Vedija, esperábamos un pueblo angosto, con calles estrechas, plaza mayor, iglesia y un bar. Lo que se esperaría de un pueblo de unos 200 habitantes. Eso esperábamos encontrar y la verdad es que nos sorprendimos. ¡Y vaya si lo hicimos!
A 10 kilómetros de Medina de Rioseco, en plena Tierra de Campos, se encuentra un pequeño, pero gran pueblo llamado Palazuelo de Vedija. Grande por sus anchas calles, su gran palacio y sus varias plazas, cada cual con una escultura distinta. La Plaza Mayor, el mayor punto de interés del pueblo, alberga el Ayuntamiento. La Casa Consistorial se encuentra alojado en el Palacio de los Cuadrillero, declarado Bien de Interés Cultural, edificio neoclásico y con un patio columnado. A un lado de este se sitúa la Iglesia de Nuestra Señora del Barruelo, edificio iniciado en el siglo XVI y reconstruido en el siglo XVIII. Cuenta con una planta de tres naves, con ábside poligonal, crucero y con una torre rematada en ladrillo, coronada por la imagen de Cristo Rey.
Conocido el pueblo por su ganadería porcina, siendo reconocida en toda la provincia, destacan sus fiestas y tradiciones. La fiesta de la matanza y la vaca enmaromada reúnen a miles de personas en sus calles. Cada fiesta cuenta con un museo en su honor, donde se cuenta su historia y en qué consisten.
En el mismo pueblo, se encuentra el alto de San Mamés. Lugar donde se puede observar el característico paisaje de la Tierra de Campos, conocido por muchos como llano, en el que los árboles escasean más que los palomares. Y sin duda Palazuelo hace honor a este dicho. No pudimos ver con cuántos palomares contaba, la mayoría de ellos ya abatidos, pero que dan al pueblo la esencia perfecta de lo que es el campo.
Palazuelo de Vedija es el prototipo perfecto de pueblo. Cuidadas todas su casas, donde es difícil encontrar una en ruinas, pavimentadas y bien decoradas sus calles y bien divertidas sus fiestas. Es difícil escribir todo lo que vimos y sentimos.
Podréis comprobar vosotros mismos que Palazuelo de Vedija es mucho más que una iglesia, cuatro calles y un bar. Podréis comprobar que detrás de esa iglesia, se esconde un valiosísimo patrimonio, tanto religioso como artístico-cultural. Que esas cuatro calles fueron un día testigo de las historias que se vivían, de las tradiciones que se festejaban, de las vidas que se forjaban. Que ese bar, generación tras generación, ha albergado grandes momentos que perduran con el paso del tiempo. Y que al fin y al cabo, todo ello no hace más que afirmar que solo unido, Palazuelo de Vedija es fuerte.
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