La sorpresa que esconde este municipio es la dispersión de sus monumentos, pues no solo destaca el casco urbano del pueblo. Existe una pedanía conocida como Aguilarejo que cuenta con un castillo desconocido por muchos. Sin embargo, no es posible visitarlo al ser una propiedad privada.
No es el único emplazamiento poco conocido. Cerca del castillo se encuentra el Monasterio de Santa María de Palazuelos, cisterciense del siglo XIII. Tuvo cierta importancia en la historia, pero como muchos otros monasterios de España la Desamortización de Mendizábal hizo añicos su pasado, pero también su presente, y en nuestras manos está su futuro. No se puede visitar por dentro, pero solo con verlo por fuera puedes apreciar su grandeza, o lo que queda de ella. Fue construido en estilo románico, con cabecera de estilo cisterciense, capiteles góticos y tramos de la nave en estilo herreriano. Tiene tres amplias naves separadas por pilares cuadrados que sustentan arcos de medio punto y que son divididas en cinco tramos. Las bóvedas son de crucería del XVI. En el interior, la magnífica capilla sepulcral de Santa Inés se encuentran enterrados tanto el fundador como su familia.
Al lado de las vías del tren y de la estación de Corcos-Aguilarejo, se encuentra una de las esclusas del Canal de Castilla, en su ramal sur hacia Valladolid. Se puede observar el puente de piedra que pasa por encima, los chorros y cascadas que conforman una de las estampas más clásicas de Castilla. A las orillas del canal se encuentra la casa del esclusero y una antigua fábrica de harinas.
Tras nuestra visita, podemos decir que este pequeño municipio es mucho más de lo que uno cree, es mucho más de lo que uno ve y escucha. Esconde secretos y patrimonios desconocidos y tristemente abandonados. Es una imagen más de cómo Castilla ha pasado de su gran esplendor y orgullo, a un inmerecido lugar de olvido y abandono. Y lo peor es que tememos que en un tiempo futuro sea demasiado tarde para recuperar lo que un día fuimos.
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