Algunos consideran a Castromonte la capital de los Montes Torozos. Quizás porque se encuentra en pleno centro de la comarca, o que a lo largo y ancho del municipio se concentre en grandes dosis todo por lo que esta rica comarca es conocida. Bosques con vegetación diversa de robles, encinas, pinos y fresnos como no los hay en otras comarcas. Acuíferos, manantiales, molinos y hermosas rutas por estrechos y fértiles valles que invitan al marchante a perderse para descubrir. Todo ello acompañado de un patrimonio popular con casas de piedra, adobe y tapial al puro estilo rural castellano.
El pueblo de Castromonte, situado a 36 kilómetros de Valladolid se asienta en una de las llanuras de los Montes Torozos, cercano a la ribera del río Bajoz y sobre el Camino de Santiago madrileño. Su centro urbano destaca por las angostas calles que dibujan ríos de piedra de corrientes enfrentadas. Dentro de su extenso municipio se encuentra el famoso Monasterio de la Santa Espina, fundado en el siglo XII y el Embalse del río Bajoz, una de las pocas concentraciones de agua de la provincia.
El nombre de la villa proviene de los tiempos de la Reconquista, de un Conde leonés llamado Olmundo al que se le unió el apelativo de Castro, que hace referencia a un antiguo castro romano sobre el que se levantó la localidad. De Castrodeolmundo, su nombre fue evolucionando hasta el actual y definitivo Castromonte.
Su patrimonio debe valorase en todo su conjunto. Destaca por su esbelta torre la Iglesia de la Inmaculada Concepción del s.XVI, situada en la Plaza de la Constitución. De esta plaza convergen el resto de calles compuestas por casas que siguen la misma armonía de piedra, convirtiendo el casco urbano de Castromonte en una perfecta danza inerte de sobria belleza. Algunas de las viviendas están ornamentadas con blasones del siglo XVIII al estilo medieval, una situada en la misma plaza central y el resto en la calle Almirante, una de las principales vías que cruzan el casco antiguo.
La Iglesia de la Inmaculada Concepción es de estilo barroco y está construida plenamente en piedra. En su interior guarda tres retablos, uno por las tres naves que componen el templo, de los cuales destaca un retablo del siglo XVI, recargado al estilo barroco donde sobresale la imagen de Nuestra Señora de la Concepción. Castromonte dispone además de dos ermitas, una dedicada al Cristo de las Eras de estilo barroco y otra más moderna en el cementerio del pueblo.
Qué tendrán los Montes Torozos, que en sus pocas villas y escasa población, se encuentran la mayoría de las joyas de la provincia. Su comarca, antiguamente temible por los numerosos castillos que salpicaban su geografía, es una de las pocas que guarda para bien la más incólume muestra de pueblos castellano. Aunque su fauna y flora fue más de la que hoy se observa, aun deja entrever ese entorno que puede parecer tan fuera de lugar en plena meseta castellana.
Castromonte, no es solo su pueblo, es su comarca, es su hermandad con esa danza castiza que impregna en su patrimonio; es la naturaleza que define un oasis de vegetación en un desierto de campos trigueros; es de esos lugares que parecen tener un cielo distinto, donde no importa que te pierdas porque es más lo que encuentras.
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