Debido a su ubicación en la Ribera del Pisuerga, esta localidad ubicada a 27 kilómetros de Valladolid, constituye un lugar donde se aprecia el vínculo entre patrimonio, cultura, fiestas y tradiciones.
El primer nexo de unión es el patrimonio. Y sin lugar a dudas, nos debemos centrar en una curiosa edificación que constituye un importante ejemplo de arquitectura neoclásica en la provincia. Se trata de la Iglesia de San Pedro Apóstol, obra de los arquitectos Fernando y Manuel Gutiérrez, según plano de Manuel Godoy, y declarada Bien de Interés Cultural en 1993. Fue construida sobre una antigua iglesia gótica del XVI, debido al incendio que sufrió esta. Algunos años después de la reconstrucción, se terminó la torre, ya que en un primer momento esta era de menor altura que la propia cúpula.
La curiosidad de esta iglesia viene dada en que, a diferencia de las distintas iglesias de la provincia, su planta no tiene forma de cruz latina, ni son naves longitudinales, sino que es una única nave en la que la planta central es hexagonal y su cubierta está formada por una enorme cúpula de 22 metros de altura. A los pies del templo se sitúa la torre, constituida por basamento y dos cuerpos, y en la que se puede encontrar algún resto de la antigua construcción. En el interior, se descubre un interesante retablo mayor de madera neoclásico de Juan Manuel Becerril, en el que sobresale la imagen de San Pedro.
Iglesia de San Pedro. Foto: EnPueblo
Si nos dirigimos hacia la izquierda, junto al ayuntamiento, podemos contemplar dos palacios realizados en piedra con escudos de gran interés en sus fachadas, y que pertenecieron a los Vizcondes de Valoria, durante los siglos XVII y XVIII. Siguiendo la calle, se halla una de las cruces que perteneció al antiguo Vía Crucis existente en la Edad Media en los siglos X y XI, hoy denominada Cruz de San Martín. Otro de los edificios de gran interés es la Ermita del Cristo de la Esperanza, del siglo XVIII, de estilo barroco cuya nave está cubierta por una bóveda de cañón con lunetos y yeserías del XVIII.
Tras el patrimonio de Valoria la Buena, llega la cultura a este municipio. El significado que se da al término es La Villa del buen Valle y su origen etimológico es “Vall-Aurea”, es decir, valle aurífero, señalando probablemente el color de sus tierras.
Uno de los lugares donde ampliar conocimientos es el museo del cántaro, ya que expone las diversas utilidades del cántaro de agua, las técnicas y el proceso artesanal de las familias alfareras, así como las distintas etapas por las que ha pasado a lo largo de su dilatada historia. Instalado en el edificio rehabilitado del antiguo cuartel de la Guardia Civil, es fruto de la cooperación del Ayuntamiento de Valoria la Buena, la Junta de Castilla y León y la Diputación de Valladolid. Los fondos expuestos y catalogados son donación de dos especialistas en alfarería de basto, Gabriel Calvo y Margarita Martínez.
Y a pesar de que sus fiestas, celebradas el segundo fin de semana de julio con un programa amplio y variado para todas las edades, sean un punto importante para el municipio, lo cierto es que son sus tradiciones las que han llevado el nombre de Valoria por la península.
Y es que el primer sábado de agosto se disfrutaba, hasta el año 2011, de una singular Nochevieja en este municipio. El origen de la fiesta se remonta al año 1995 cuando, debido a una tormenta, se produjo un corte de luz en el pueblo que impidió a los vecinos seguir por televisión la despedida del año con la tradicional toma de uvas. Aquel día, el alcalde decidió aparcar su coche en la plaza situada frente a la iglesia de San Pedro, una de las dos del pueblo, y reemplazar las campanadas por toques de claxon sincronizados a través de una emisora.
Valoria es actualmente el único pueblo de la provincia que celebra una tradición medieval conocida como la Carnefuera. Se celebra el lunes anterior al Miércoles de Ceniza y consiste en la celebración de un día de campo en el que niños y mayores salen a comer la carne fuera del pueblo, ante la próxima venida de la Cuaresma.
Hablar sobre el patrimonio, la cultura y las tradiciones de Valoria la Buena conlleva una reflexión sobre el pasado y la realidad presente. La de un municipio que ha sido capaz de crear su propia identidad.