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Foto del escritorDaniel González

Peñaflor de Hornija, flor de Torozos

Situado en el corazón de los Montes Torozos, Peñaflor de Hornija aprovecha su privilegiada localización en lo alto de un paramo para ofrecer a los curiosos hermosas vistas del valle del río Hornija, acompañando todo ello con  siglos de historia que se aprecian en las calles de este desconocido y pintoresco municipio.   


Valle de Hornija
Valle de Hornija. Foto: EnPueblo

A tan solo 25 kilómetros de Valladolid, Peñaflor de Hornija puede pasar desapercibido para los provincianos, quizás eclipsado por pueblos cercanos y más populares como Montealegre o Torrelobatón. Escenario injusto, pues aunque Peñaflor no posea castillo, cuenta con un conjunto histórico-artístico de gran valor, edulcorado todo ello con un entorno que solo los Montes Torozos pueden brindar.


La primera impresión que te llevas de Peñaflor de Hornija nace cuando te acercas por carretera desde Torrelobatón, cuando ves muy a lo lejos un páramo encumbrado con lo que parece ser un pueblo. A medida que te aproximas subiendo por la carretera que serpentea por la cuesta, empiezas a experimentar una curiosidad que te invita a adentrarte y  a descubrir que historia se guarda allí arriba y que vistas regalará ese pequeño pueblo elevado en el monte.


Esa curiosidad instintiva recibe su recompensa. Serían las 8 o 9 de una tarde veraniega cuando el sol perezoso empieza a esconderse por detrás de los molinos eólicos que coronan el monte próximo, tiñendo el valle de Hornija de un color amarillo añejo. Mientras tanto, Unas mujeres del pueblo sentadas a la orilla del mirador hablaban indiferentes a tales vistas, acostumbradas tal vez a estas puestas de sol. El día, que llegaba a su fin incitaba a los vecinos a salir de sus casas, incluyendo a su ilustrísimo vecino, el alcalde, que curioso preguntaba al vernos con la cámara y trípode quiénes éramos y luego con orgullo presumía de pueblo.

Atardecer peñaflor de hornija
Atardecer en Peñaflor de Hornija. Foto: EnPueblo

No es para menos. Peñaflor posee dos iglesias, ambas construidas en piedra, la de Santa María de la Expectación del siglo XIII, de fisionomía extraña y con reformas en los siglos XVII y XVIII, y la Iglesia de San Salvador, templo románico del siglo XII y XIII que por desgracia y siguiendo la costumbre castellana se encuentra en estado de ruina progresiva.


Iglesia de San Salvador Izq. Iglesia de Santa María de la Expectación Dcha. Foto: EnPueblo


El pueblo también cuenta con la Ermita del Santo Cristo de la Eras del siglo XVI, que contiene en su interior un Cristo de 1,70 m. de altura, al cual los vecinos honran en sus fiestas en el tercer domingo de septiembre.


Ermita Peñaflor de Hornija
Ermita de Santo Cristo de las Eras. Foto: EnPueblo

Otra de las peculiaridades de este pueblo de los Montes Torozos son las bodegas que circundan el escarpe del monte, que dibujan el camino que seguía la muralla medieval que en el siglo XIV tenía la localidad y de la que apenas quedan restos.

Algo deben tener los miradores de Castilla que enseñan la esencia humilde de su tierra, no tratan de asombrar con alturas de vértigo, solo enseñan palomares derruidos, castillos e iglesias solitarios, pueblos que salpican la monótona tierra llana, estrechos valles de riachuelos y arroyos y la inmensidad de campos que se pierden en la lejanía. Como los miradores de Castilla, Peñaflor de Hornija es un pueblo sin grandes pretensiones, solo apto para aquellos que no solo busquen una foto, solo apto para esos curiosos que busquen sentir la poesía de Castilla.




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