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  • Foto del escritorNoelia Tadeo

Al son de dulzaina

Dos son los instrumentos que durante años han animado las fiestas de los pueblos castellanos, la dulzaina y la caja. En ocasiones también acompañados por el bombo. Generación tras generación, esta tradicional música perdura y cada día más gente se muestra interesada. Es por ello, que surgen escuelas de dulzaina, como la de Villamartín de Campos en Palencia. La proliferación de este tipo de escuelas, tanto en Castilla y León como en otros lugares de España, denota como se ha retomado con fuerza este instrumento.


Dulzaineros
Dulzaineros. Foto: Noelia Tadeo.

La dulzaina es un instrumento folclórico de viento, que pertenece a la familia del oboe y cuyo origen se remonta al año 3000 a. C. En esta época, se conocía con el nombre de abub, el precursor de sus sucesores aulos en Grecia y tibia en Roma. Su forma es cónica y ronda los 30 centímetros de longitud. Además, cuenta con una serie de llaves añadidas a finales del siglo XIX.


Algunos de los dulzaineros, que ya ejercen como tal y cuyo día es el 18 de febrero, han aprendido a tocar por su cuenta. No es que sea una labor fácil, pero cuando algo te gusta nada ni nadie puede interponerse. Este es el ejemplo de Jose Benito.


Actualmente, Jose, compagina su trabajo en un taller de torno y fresa en su pueblo natal, con el ejercicio de la dulzaina. Como cada miércoles, después de salir de trabajar, se dirige a Villamartín, donde tiene dos horas por delante de música.


Este dulzainero comenzó su andadura en la música desde joven, siempre se mostró interesado en este arte y, a pesar de no tener estudios musicales, su buen oído y su maña a la hora de sacar las canciones le han ayudado a aprender por su cuenta. Pero ahora, se ha decidido a seguir aprendiendo, por lo que asiste a la Escuela de dulzaina de Villamartín.


La escuela no solo perfecciona las habilidades de aquellos que ya conocen el arte de este instrumento, sino que también parte de cero con quienes no han tocado nunca una dulzaina. E incluso existe la posibilidad de aprender a tocar la caja.



Como compañera de la dulzaina está la caja o tamboril. Se trata de un instrumento de percusión muy famoso durante la historia de España. Tiene forma cilíndrica y se percute con baquetas. La dulzaina y la caja forman una pareja musical armoniosa, conocida en los pueblos castellanos y acogida en las fiestas patronales de la mayoría de ellos.


Acudir a la escuela de dulzaina no es un solamente un hobbie para Jose, es algo más. Durante los meses de verano se dedica a tocar por los pueblos de la provincia palentina junto con su grupo “Los Dulzaineros de Ampudia”. Su hermano, Luis María, integrante del mismo grupo también va con él a la escuela.


La aparición de las escuelas de dulzaina tiene mérito y recupera una tradición. Ya hablaba de este instrumento Miguel de Cervantes en El Quijote:

En esto de las campanas anda muy impropio Maese Pedro, porque entre moros no se usan campanas, sino atabales y un género de dulzainas que parecen nuestras chirimías.”

Integrantes de la escuela de dulzaina
Integrantes de la escuela de dulzaina.  Foto: Noelia Tadeo.

Esta escuela emprendió su andadura en el año 2011 como un lugar de enseñanza para todos aquellos palentinos que desearan aprender a tocar la caja y la dulzaina. Durante los tres cursos que se han impartido, han sido muchas las jotas, los pasodobles y las risas que se han visto dentro de esa aula, pero no solo allí. Mientras los alumnos aprenden, tiene la posibilidad de actuar en los pueblos colindantes.


Los nervios y la ilusión se apoderan de todos, desde el más joven que toca como ninguno la caja hasta el más mayor que camina al son de su dulzaina. No solo Villamartín disfruta de su música, sino también Mazariegos, Becerril y Villaumbrales. Y muchas son las felicitaciones que reciben.


El profesor de la escuela, Miguel Ángel Franco García, lleva 15 años dedicado a la enseñanza musical, por lo que su labor aquí es de elogiar. La paciencia es un don que posee y la capacidad de enseñar una virtud que los alumnos agradecen.


Son pocas las mujeres que se han animado a entrar en la escuela, pero una con la caja, otra con el bombo y dos con la dulzaina destacan en su buen hacer. También hay que señalar que muchos de los asistentes rondan los treinta años, un dato que deja entrever que cada vez más los jóvenes palentinos tienen curiosidad por la música tradicional y se ven atraídos por ella.

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