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  • Foto del escritorDaniel González

Tudela de Duero, alegre lágrima

En verdad y a simple vista Tudela de Duero puede pasar desapercibida para el turista medio que solo desea embriagarse la vista con grandes monumentos de hermosas formas. Es probable que parte de los vallisoletanos o visitantes foráneos conozcan únicamente el municipio por sus extraordinarias fiestas de Nuestra Señora de la Asunción y San Roque con sus más que famosos y antiquísimos encierros. Sin olvidarse, eso sí, de sus célebres espárragos. Pero hay mucho más…


Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Tudela de Duero
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción

No sin razón, los tudelanos siempre orgullosos de su pueblo y de su tierra, bautizan a Tudela  como “el oasis de Castilla” por su situación estratégica rodeado de montes y en un marcado meandro del río Duero, que otorgan al municipio una vegetación muy variada y envuelta de pinares. Y por esto y en gratitud también a la vida y orgullo que recibe de sus ciudadanos, toma el merecido nombre de “La alegre lágrima del Duero”.

Situada en la Tierra de Pinares, en pleno valle del Duero, Tudela recibe muchos honores por su enriquecida historia, posiblemente una de las más antiguas, valga la redundancia, de la provincia vallisoletana, comparándose con otras históricas villas castellanas como Cuéllar y Coca, y compartiendo muchas de sus tradiciones, como sus encierros taurinos, que con respeto eterno a Cuéllar, son unos de los más añejos y populares de España.


Villa romana “Fuente de la Vega”
Lugar donde se encuentra enterrada la villa romana “Fuente de la Vega”

Empezando desde el principio, la historia del municipio se remonta a eras neolíticas y paleolíticas, con asentamientos primitivos en las cimas de dos montes cercanos a la localidad conocidos como la Mambla y la Cuchilla, que ofrecían esplendidas vistas defensivas del valle. Más tarde se cree que se situaba por sus campos una ciudad Vaccea, llamada Acontia.


Esta posición privilegiada y fértil de Tudela, animó la vida romana de estas tierras, con la situación de la Fuente de la Vega, una villa romana enterrada y sin excavar, descubierta en los años 90 gracias a la visión aérea que resalta su estructura vista desde la altura. También los romanos construyeron una calzada romana que cruzaba Tudela y que se siguió utilizando en la Edad Media con el nombre de “La Senda de los Aragoneses”.


Es con la llegada de la Edad Media, cuando Tudela se convierte en lugar de importancia e influencia dentro de Castilla. Esta época dejo evidencia de una muralla y dos puertas, así como numerosas casas blasonadas construidas en piedra, que se pueden ver en la actualidad. Entre todas, destaca la Casa de la Cruz, de estilo herreriano.


Puente de Tudela de Duero del siglo XX
Puente de Tudela de Duero. Siglo XX

Tudela empieza a ganar fama como lugar de descanso, utilizado por distintos reyes a lo largo de la historia, entre ellos el emperador Carlos I de España. Textos del siglo XVII prueban que la villa era un paraíso con manantiales, huertas de verduras y vid, frutales, grandes arboledas con altos álamos blancos y frondosos pinos. Hechos que todavía se pueden atestiguar en el presente, con ejemplos como sus históricos espárragos, que recibía a “mazos” la Reina Juana La Loca durante su encierro en Tordesillas.


Por desgracia mucho de su patrimonio se fue perdiendo paulatinamente por la desgracia de la historia, como un antiguo puente medieval que cruzaba el río Duero, y que posteriormente fue sustituido metros más abajo por el actual puente de sillería que data de la primera mitad del siglo XX. Aparte del puente, el municipio cuenta con la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, que destaca por su fachada renacentista e interior gótico, que se empezó a construir en el siglo XVI.


Calle Cervantes de Tudela de Duero
Calle Cervantes, principal vía del centro histórico-urbano de Tudela

Estas, son pocas palabras para toda la cantidad de historia y lugares de interés con los que cuenta la localidad. Tudela de Duero, villa histórica, alegre lágrima y fértil oasis de Castilla. Enterrada y desmenuzada en pequeñas porciones, quizás ya no sea el mismo pueblo monumental que fue en antaño; su historia ya no se refleja generosa y espléndida en sus calles y plazuelas, pero si bajo sus tierras y en sus gentes. Son los tudelanos los que dan vida y perduran el legado de la villa en el presente, y aunque bajo muchas capas se encuentra, el encanto de destaparlas está en mano de todos.




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