Con muchos años de historia y uno de los mejores paisajes de los Montes Torozos, se encuentra San Román de Hornija. A unos 56 kilómetros de Valladolid, ubicado en la parte occidental de la provincia, donde el río Hornija cede sus aguas al “Padre Duero”.
1. Debe su nacimiento a San Fructuoso, cuando por el siglo VII, fundó un monasterio por expresa orden del rey Chindasvinto, para hacer de ese lugar su residencia y también de enterramiento.
2. La iglesia, en el centro del municipio, ha sufrido reformas desde que en el siglo X, se sucedieran sobre el solar que antes ocupaba el citado monasterio. Las primeras las llevaron a cabo influencias mozárabes. Después en el XIV, llegarían otras que dotan al edificio de un estilo puramente gótico, hasta que ya en el siglo XVIII adopta su fisonomía actual. Es un edificio de gran altura, con partes de piedra, ladrillo y tapial, que conforman una iglesia de una sola nave cubierta por una bóveda de arista sobre arcos fajones. En su interior, destaca el retablo mayor de estilo neoclásico labrado en el siglo XVIII, así como un órgano del XIX -declaradoBien de Interés Cultural-.
3. El 6 de enero tiene lugar la representación de un Belén Viviente, el 5 de febrero llegan “Las Águedas”. Pero su gran fiesta es en honor a San Roque, el 16 de agosto. Varios días de diversión en donde los encierros, novilladas verbenas son sus actos principales.
4. En Semana Santa, se organiza la procesión del Vía Crucis, donde cada persona ilumina la calle portando un farol. Completan el atractivo las fiestas de los Quintos, con la “Subida del Mayo”, San Isidro, con la tradicional bendición del campo, San Juan, con las típicas hogueras y meriendas campestres, o “La Matanza”, el sábado siguiente al 18 de noviembre, San Román.
5. San Román de Hornija es un pueblo de buena gastronomía. Merece ser destacado la popular “chanfaina” a base de patatas, sangre, hígado, guindilla, carne de cerdo y varios ingredientes de la matanza de cerdo.
6. En los alrededores, justo en la carretera que conduce a Castronuño, se ubica la finca conocida como “La Requejada”. Allí pastan y pacen reses bravas. Cuentan una leyenda, “El Reguero”, tradición en la que se dice que cuando un chico da calabazas a una chica, a la mañana siguiente aparecía un sendero de paja desde la casa del uno hasta la del otro, y actualmente se sigue haciendo.