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  • Foto del escritorRebeca Díez

¡Viajeros al tren!

 “Me quedan muy buenos recuerdos de aquel ferrocarril. Nombre poco apropiado para un tren, hasta que te subías en él”. El conocido como “Tren Burra”, tras 85 años de existencia, perdura en el recuerdo de los vallisoletanos y escrito en la historia de la ciudad.

El Tren Burra

Las cosas han cambiado. Los años, mejor dicho, han pasado. Y ahora, María se cogía de la mano de la hija a la que tantas veces llevaba en brazos para subir a aquel tren. Sus propias manos eran incapaces de agarrar con fuerza la escalerilla que conducía al vagón número tres. Sus manos, temblorosas ante lo que sabía que iba a contar. Sentada en cualquier asiento de cualquier tren, con las facilidades que nos ofrecen hoy en día los medios de transporte, pronunció las primeras palabras. “¡Cómo se parece esto al tren burra!” La primera carcajada salía de los labios de ambas mujeres. Los recuerdos los ponía María. La compañía y la admiración por ella, su hija.


Fiel a sí misma. Fiel a sus recuerdos. María no quiso hablar nada de lo que sus ojos no vieron. De lo que sus oídos no escucharon. De lo que su boca no contó. “El comienzo de esta historia, la del Tren Burra, comienza muchísimo antes de mi nacimiento”, comenzaba. Y razón no le faltaba. El 14 de abril de 1877, Francisco Subizar Berasain presentó un proyecto de tranvía de tracción animal de Valladolid a Medina de Rioseco. Un año después, el proyecto fue aprobado, pero con un importante cambio: la sustitución de la tracción animal al vapor. Un 29 de septiembre de 1884, quedó inaugurado. A la espera de que esa gran afluencia de público que asistió, comprobara el por qué del apodo.


El tren va a efectuar su salida


“En sus comienzos, solo unía la Estación de San Bartolomé en Valladolid con Medina de Rioseco”, explicaba María. Un total de 40 kilómetros, largos y pesados. Posteriormente, se inauguraron el resto de tramos, el de Palencia con Villalón de Campos en 1912, el de Medina de Rioseco a Villada ese mismo año y el de Medina de Rioseco a Palanquinos en 1917.


Subida del Tren Burra
Subida del Tren Burra. Foto: Web Provincia de Valladolid

El recorrido también quiso pasar por la estación de Campo de Béjar (en la actualidad, cerca de la estación del Norte de Valladolid) recorriendo las calles vallisoletanas. “¡Era un peligro! Imagínate lo que suponía que un tren circulara por nuestras calles, aun en pleno siglo XX”, clamaba. Desde arriba hicieron caso a María, aunque bastante tarde. Ese último tramo, se cerró al tráfico de viajeros por presiones del Ayuntamiento de Valladolid en 1952, que se quejaba de la peligrosidad del mismo. A pesar de ello, se mantuvo para el tráfico nocturno de mercancías hasta 1961.


Un mapa. Y hecho. María se puso a señalar el camino que recorría el tren burra por el entramado urbano. “Del Puente Mayor, pasando por el Paseo de Isabel la Católica -continuaba- la Calle de San Ildefonso, el Paseo de Zorrilla y la Calle de Gabilondo”.


El ferrocarril de Castilla


Tierra de Campos estaba de enhorabuena. Con el “Tren Burra” no solo se unían Palencia y Villalón de Campos, también diferentes localidades de esta comarca vallisoletana. Constaba de cuatro tramos: Valladolid con Medina de Rioseco; Medina de Rioseco con Villada; Medina de Rioseco con Palanquinos y Palencia con Villalón de Campos.


La línea de ferrocarril se inauguró el 1 de julio de 1912. El tren partía de Palencia desde la estación, en un lateral del Parque de los Jardinillos. Desde ahí, comenzaba su trayecto de forma paralela a las otras vías, hasta llegar a los Tres Pasos. A partir de ese punto, giraba hacia la izquierda para atravesar el río Carrión. “Creo recordar que es allí donde quedan restos de los pilares de piedra que mantenían el ya desaparecido puente de hierro por el que el tren cruzaba el río”, comentaba María.


Firme de la subida del tren burra
Firme de la subida. Foto: Web Provincia de Valladolid

Una vez atravesado el Canal de Castilla, los viajeros que se encontraban en el ferrocarril contemplarían las vistas de Villamartín de Campos, Mazariegos, Baquerín de Campos, Castromocho de Campos, Villarramiel (donde de nuevo cruzaba el Canal de Castilla), Villafrades de Campos y Villalón de Campos.


Poco queda de aquellas estaciones de ferrocarril. Muchas de ellas, en un estado de ruina. Otras, sin embargo, reconvertidas en mirador, como es el caso de Mazariegos.  El Ferrocaril de Castilla llegó a convertirse en el de mayor longitud de entre los de vía estrecha de España. Una característica que le condujo a su propia ruina. En 1965, el tren de todos, se incorporó a la empresa pública FEVE. Unos años más tarde, el Tren Burra cerraría para siempre. En la memoria de todos queda aquel 11 de julio de 1969. Una fecha de un último viaje. El recorrido del Tren Burra llegaba a su estación final y en la memoria de los que pasaron por sus vagones, las historias que en ellos vivieron.


“Te puedes quedar con su lentitud. Pero también con ese humo que penetraba en los vagones al bajar la ventanilla. O con el recuerdo de la gente subiendo al tren en marcha. O esos  asientos de madera en los que estuve tantas veces”, finalizaba. El traqueteo retumba todavía en la memoria de la gente que como María, se aferra a la nostalgia para contar la historia del tren que le acercó a la provincia de Valladolid.

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