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  • Foto del escritorAlfonso Espinosa de los Monteros

Los pueblos tienen futuro

A lo largo de esta colaboración con los amigos de “De pueblo en pueblo” intentaré plasmar los pensamientos, reflexiones y visión crítica sobre la realidad del mundo rural en nuestra provincia.


Iglesia en ruinas en Mota del Marqués
Iglesia en ruinas en Mota del Marqués

Por eso he querido empezar este espacio con una reflexión acerca de la necesidad de analizar la situación del medio rural. Para mí habría sido bastante más fácil hablar de mi pueblo de adopción, Becilla de Valderaduey, de su precioso puente romano, de sus fiestas y su peculiar día de Roma, de cómo se llenan sus calles los tres meses de verano, etc. Pero lamentablemente, la realidad de nuestra provincia –y muy especialmente en la dura tierra de campos- tiene que ver más con la despoblación, la falta de recursos y de servicios, y de 9 meses de calles vacías. Becilla, tierra de campos, y los pueblos de Valladolid en general, tienen mucho más que ver con la falta de oportunidades para la juventud, con cierres de urgencias nocturnas y con una incesante disminución de la población, que con el efímero colorido de las fiestas de verano.


Puente romano de Becilla de Valderaduey
Puente romano de Becilla de Valderaduey

Sin embargo, a pesar de esa continuo e incesable decrecimiento, en nuestros pueblos aún queda una humanidad latente, un sentimiento de pertenencia y orgullo grupal que se trasladó a los barrios de la capital Valladolid en el principio de los años 70 y 80. Ese sentimiento, esa humilde dignidad ya disipada en las impersonales e individualistas grandes ciudades, aún pervive en nuestros pueblos. Por eso, nadie se imagina a un anciano muriendo de soledad sin que nadie lo eche de menos durante semanas como sucede en las grandes urbes, o incluso es difícil pensar en una familia que pase realmente hambre en cualquier pequeño municipio, a pesar de los malos tiempos que vivimos, pues la red de solidaridad familiar y vecinal de los amigos funciona. Como esa red que usan los malabaristas en el circo, impidiendo que pase lo que pase, el artista caiga hasta el fondo. Esa es la fuerza de los pueblos, y no deberíamos subestimar.


Recuerdo cuando al poco de llegar a Becilla, yo no había estado antes allí, hice amistad con una de las chicas del pueblo, con la que casualmente tenía algún amigo en común. Ella fue allí mi primer contacto, me puso al día de las historias –y de los motes- del pueblo y me ayudó a entender la idiosincrasia de tierra de campos. Al poco tiempo se celebraba la fiesta chica del pueblo, San Isidro, y mientras me tomaba un vino, un grupo de ancianos del lugar se acercaron para informarme de que era costumbre que el mozo forastero que cortejaba a una moza del pueblo pagase una pequeña retribución a los quintos del pueblo o se vería forzosamente obligado a bañarse en el río… Aquello no era una amenaza, sino una invitación a formar parte del pueblo y de su tradición. Ni siquiera intenté explicarles que aquella historia no era lo que ellos pensaban, saqué la cartera y esa ronda corrió a cargo del mozo foráneo. Y es que así es la gente de los pueblos. Fiel a sus tradiciones y pensamientos, pero amigables y con ganas de incluir a aquél que viene de fuera en su círculo más íntimo.



El futuro de nuestros pueblos es muy oscuro si no cambian las cosas


Los jóvenes de nuestra provincia se ven obligados a emigrar a la capital en busca de una perspectiva vital mejor. Y los que se quedan, lo hacen en una franca situación de desventaja frente a los jóvenes de la capital. Pero las cosas se pueden cambiar, con voluntad, con empeño y con política. Ejemplos hay muchos, como la apuesta por el teatro en Urones de Castroponce, la pasión por todo lo relacionado con el adobe en Santa Eufemia del Arroyo, la cultura en Serrada, etc. Todos esos son ejemplos de políticas DE FUTURO que, en mayor o menor medida, han dado sus frutos y otorgan una posibilidad a sus gentes de afrontar el mañana. No vale vivir del pasado, ni siquiera gestionar la miseria del presente, hay que buscar futuro. Y eso pasa por la política.


Yo reivindico la política, en el medio rural y precisamente en estos momentos de Bárcenas y demás sinvergüenzas, yo reivindico la política de concejales que no cobran nada por su actividad y luchan por las necesidades de sus vecinos. La política es todo, y todo es cuestión de prioridad. Es priorizar en una cosa u otra cerrar o no centros de salud, es la frecuencia de los autobuses, es permitir que un colegio esté a 15 o 50 minutos, la especialidades de un centro de salud comarcal, o dónde ubicarlo, es elegir entre vaquillas o calefacción para los jubilados, entre un concierto o pagar una comida para los alcaldes de la zona, etc. La política es todo, pero sobre todas las cosas es la única forma que tienen las personas más humildes de que su voz se escuche.


Por eso es necesario que alcemos la voz. Que la gente de los pueblos nos levantemos y reivindiquemos. Que no seamos conformistas con la paulatina muerte de nuestros pueblos y que exijamos de las administraciones y de nuestros políticos los compromisos que nos venden cada 4 años. Los pueblos tienen futuro, solo hace falta gente que crea en ellos –de verdad- y apuesten por ellos.

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